¿Qué es la espiritualidad?
Autor: P. Antonio Rivero, L.C.
1. ¿Qué es la espiritualidad?
Parte de la teología que estudia el dinamismo que produce el Espíritu en la vida del alma: cómo nace, crece, se desarrolla, hasta alcanzar la santidad a la que Dios nos llama desde toda la eternidad, y transmitirla a los demás con la palabra, el testimonio de vida y con el apostolado eficaz.
Por tanto, se busca doctrina teológica y vivencia cristiana. Si sólo optara por la doctrina teológica quitando la vivencia, tendríamos una espiritualidad racional, intelectualista y sin repercusión en la propia vida. Y si sólo optara por la vivencia
cristiana, sin dar la doctrina teológica, la espiritualidad quedaría reducida a un subjetivismo arbitrario, sujeta a las modas cambiantes y expuesta al error. Así pues, la verdadera espiritualidad cristiana debe integrar doctrina y vida, principios y experiencia.
2. Así ha sido el testimonio de los santos. Santa Teresa de Ávila dice: “No diré cosa que no la haya experimentado mucho” (Vida 18, 7; Camino, prólogo 3). Pero ella valoraba también mucho el saber teológico: “No hacía cosas que no fuese con parecer de letrados” (Vida 36, 5). Y decía: “Es gran cosa letras, porque éstas nos enseñan a los que poco sabemos y nos dan luz, y allegados a verdades de la Sagrada Escritura hacemos lo que debemos. De devociones a bobas líbrenos Dios” (Vida 13, 16).
3. Hay varios peligros y errores en la búsqueda de una auténtica espiritualidad.
a) Por una parte, la ignorancia en los temas espirituales es grande y a veces lleva a que cada quien se forje su propia espiritualidad, su propio criterio. Se suele dar por supuesto que la conciencia y la mente están siempre bien formadas, y se sabe muy bien discernir lo bueno y lo malo. Pero, a decir verdad, no siempre es así.
b) Por otra parte, están también los que ofrecen doctrinas falsas o mediocres en temas espirituales. No es raro en temas de espiritualidad un subjetivismo arbitrario, que no se interesa por la Revelación, el Magisterio, la teología o enseñanza de los santos. Se contentan con seguir sus propios gustos y opiniones. Serán falsas todas aquellas espiritualidades que no conducen a la perfecta santidad y al compromiso apostólico, produciendo cristianos cómodos, sabihondos, soberbios intelectuales, o con ideas confusas, extravagantes y etéreas...que va sacando de la chistera un malabarismo pseudoespiritual, que intenta agradar y hacer reír a su público, ávido de espectáculo y de la comezón curiosa. Ya lo decía san Pablo: “No soportan la doctrina sana; sino que, según sus caprichos, se rodean de maestros que les halagan el oído” (2 Tm 4, 3). ¡Qué bueno es tener buenos guías espirituales! San Juan de la Cruz recomienda mucho “mirar en qué manos se pone, porque cual fuere el maestro, tal será el discípulo” (Llama de amor viva, 3, 30-31).
Y santa Teresa confiesa que “siempre fui amiga de letras...gran daño hicieron a mi alma confesores medio letrados,porque no los tenía de tan buenas letras, como yo quisiera...Buen letrado nunca me engañó” (Vida 5, 3).
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