La Catequesis
La catequesis es tan antigua
como la misma Iglesia. Enviada por el Señor a proclamar la Buena Noticia de la
salvación a todas las gentes (cf. Mt 28, 19-20), la Iglesia inició su
predicación, que fue luego puesta por escrito. Así nacieron los Evangelios y
las Cartas de los Apóstoles. A éstos siguieron muy pronto los comentarios de
los Santos Padres. Los tres escritos, diferentes en su expresión literaria,
son, por su contenido y su método expositivo, una catequesis destinada a dar
solidez (cf. Lc 1,4) a la fe comunicada a los creyentes.[1]
Al
ingresar pueblos enteros al cristianismo, y ser el cristianismo religión del
estado, desapareció la iniciación cristiana (catecumenado), quedando encomendada
al ambiente familiar y social la transmisión de la fe. De este modo, al final
del medioevo se llegó a una ignorancia masiva, incluso en muchos sacerdotes.
Por eso el Concilio de Trento insistió tanto en la catequesis con el “Catecismo
para los párrocos”.
1.
La catequesis, desde los
orígenes históricos del cristianismo, tiene una prioridad fundamental en la misión
de la Iglesia, dato histórico que corrobora y actualiza el Papa Juan Pablo II
cuando afirma: “la catequesis es una tarea necesaria y primordial en la
misión evangelizadora de la Iglesia” (CT 15). “La catequesis no es una
acción más entre otras muchas, sino una etapa básica del proceso
evangelizador”, en íntima relación con las demás.
2.
“La catequesis es la acción
eclesial que trata de fundamentar la fe de todo cristiano. No trata sólo
de preparar para recibir un sacramento, sino de acompañar al creyente en
el crecimiento de su fe hasta llegar a la madurez. No es una mera enseñanza,
sino un aprendizaje, un noviciado que inicia a la totalidad de la vida
cristiana.”[1] Sin
ella no se sostiene ni se desarrolla la vida cristiana.
3.
Una formación catequística
que capacite a los fieles cristianos para vivir conscientemente su fe, dar
razón de su esperanza (Cf. 1 Pe 3,15) y realizar su misión en la Iglesia y en
el mundo, de cara al Tercer Milenio, ha constituido y constituye un desafío y
una preocupación constante de los Pastores y de la Iglesia en Venezuela.[2]
1.
En la historia de nuestra
Iglesia ha habido excelentes catequistas que, con una específica preparación o
sin ella, han dado insigne testimonio de vida cristiana y han contribuido a la
educación cristiana del pueblo. Entre tantos sobresalen pastores como el Padre
José Manuel Jiménez Gómez (1864-1914), fundador de las Hermanas Catequistas de
Lourdes; el Padre Santiago Florencio Machado (1850-1930), fundador de las
Hermanitas de los Pobres de Maiquetía, y Mons. Rafael Arias Blanco (1906 -
1959), Arzobispo de Caracas. De igual manera se reconoce la actuación estelar
de catequistas laicos en los momentos de escasez de clero, especialmente
durante el siglo XIX. Merece reconocimiento el aporte de las
congregaciones religiosas venezolanas y extranjeras cuyo carisma fundacional es
la catequesis.
2.
La catequesis parroquial cuenta con muchos laicos:
jóvenes y adultos. Esto le da un carácter más dinámico y creativo, alegre,
testimonial y esperanzador. Destaca en ella la participación predominante de la
mujer catequista.
3.
Hoy entre los catequistas crece el interés por su
propia formación, por la catequesis familiar, la catequesis de adultos y por
los itinerarios catequísticos para la iniciación cristiana de adultos, niños y
adolescentes.
4.
La catequesis se ha beneficiado con la incorporación
creciente de laicos adultos, profesionales, que han aplicado sus conocimientos
a las distintas áreas y ámbitos catequísticos.
5.
Hay una mayor participación de los adultos en la
catequesis, debido a las reuniones de padres y representantes de los niños que
frecuentan la catequesis de iniciación; y al surgimiento y fortalecimiento de
la catequesis familiar y la catequesis de adultos. Algunos que han recibido su
catequesis han pasado a ser catequistas.
6.
La catequesis de adultos es una realidad que se ha
venido introduciendo desde hace varios años en diversos movimientos apostólicos
con iniciativas variadas, a través de reuniones, cursillos, convivencias,
retiros, con un sentido fundamentalmente kerigmático.
7.
Iniciativas pastorales, a nivel nacional y
diocesano, han favorecido el surgir de la catequesis de adultos, entre las que
se destacan: la Misión Nacional, la Misión Permanente y otras formas de misión,
entre ellas las bíblicas.
8.
Hay apertura
de la familia para que los niños reciban catequesis, por lo que ésta se
convierte en la pastoral de mayor presencia en todas las parroquias y comunidades.
9.
Se ha
realizado el cambio de un estilo de catequesis preferentemente memorístico a
uno más narrativo y vivencial.
10. El CATECISMO DE LA IGLESIA
CATÓLICA (1992) y el DIRECTORIO GENERAL PARA LA CATEQUESIS (1997) han sido bien
acogidos y representan un estímulo para la renovación catequística.
11. Las publicaciones
del Departamento de Catequesis del SPEV, durante el
trienio previo al Jubileo 2000, y la publicación de los Itinerarios Catequísticos
de Iniciación Cristiana, junto con sus respectivos subsidios didácticos, han
sido aportes bien apreciados y ampliamente utilizados por pastores y fieles.
12. La Propuesta
Nacional de los Itinerarios Catequísticos de Iniciación Cristiana para adultos
y niños, con sus respectivos textos, abren caminos a la renovación catequística.
13. Progresiva creación o consolidación de
secretariados diocesanos de catequesis.
14. Con el impulso dado por el Concilio Vaticano
II a la renovación de la Iglesia, desde el año 1967 se celebra anualmente el
Encuentro Nacional de los Directores de los Secretariados Diocesanos de Catequesis, en el que se profundiza en la formación, se
comparten experiencias y, sobre todo, se establecen líneas y criterios comunes
para la Pastoral Catequética.
15. La Educación Religiosa Escolar es valioso
instrumento para la formación de las nuevas generaciones. Ésta se ha visto
fortalecida por el Convenio entre la Conferencia Episcopal Venezolana y el
Ministerio de Educación (1992), por los convenios con las gobernaciones y
alcaldías y, sobre todo, por el trabajo abnegado de muchos docentes.
. Algunos factores que obstaculizan la maduración de la fe
1.
El ambiente cultural y
social invadido por tendencias opuestas a aquellos valores que el creyente
intenta vivir. Las corrientes de pensamiento que alienan a la persona de sus
inquietudes más profundas y de su responsabilidad por el prójimo y el mundo,
favoreciendo, en cambio, la idolatría del yo, la evasión y el consumismo.
2.
Falta de verdaderas familias, que sean comunidades
de fe y amor.
3.
La escasa formación de los
catequistas, una formación que no ha asumido las orientaciones del Directorio
General para la Catequesis y la deficiencia de formación catequética en seminarios
y casas de formación de la Vida Consagrada.
4.
La concepción de la
parroquia como estructura de servicios y no como comunidad.
5.
La preocupación de los
pastores por la cantidad, con el temor que disminuya el número de
catequizandos.
6.
Párrocos, agentes de pastoral
y fieles que se resisten a los cambios y a la renovación de la catequesis.
. Catequesis de iniciación
cristiana: una etapa de formación cristiana integral
1. El Magisterio de la Iglesia enfatiza la noción de catequesis como
proceso (DGC 48-52. 143): ella sigue al anuncio kerigmático, desarrollándolo, y
desencadena un proceso de iniciación, de crecimiento y de maduración en la fe.
Se realiza en forma gradual y progresiva.
2.
El término iniciación
significa entrar en un proceso realizado por etapas, para que la persona se
convierta en un verdadero cristiano. Este proceso lleva al descubrimiento,
antes o después del bautismo, del ser cristiano y del ser Iglesia; lleva a
seguir un camino en el que se abandona el estilo de vida presente para comenzar
a vivir algo nuevo; lleva a la apropiación de un sistema de valores, principios
y actitudes que manifiestan ser discípulo en la escuela de Cristo.
3.
La Catequesis de Iniciación, bisagra entre el primer
anuncio misionero (kerigma) y la acción pastoral, “pone los cimientos del
edificio espiritual del cristiano” (DGC 67). Es una formación orgánica y
sistemática, básica y esencial. Es más que una enseñanza y no se reduce a lo
meramente circunstancial. Incorpora a la comunidad cristiana (Cf. DGC 67-68).
Exige un itinerario para iniciar en la vida cristiana a los adultos así como a
los niños y a los jóvenes. Ese itinerario asume, hace suyo y actualiza el
carácter catecumenal de la catequesis de los primeros siglos de la Iglesia.
[1] Cf. AA.VV.: La
catequesis en el ministerio sacerdotal. Ponencia en XXV Jornadas Nacionales de
Delegados Diocesanos de Catequesis, Secretariado Nacional de Catequesis;
Madrid, 1992, pág 123
[2] Antes, como
ahora, con la mentalidad propia de cada época, los Obispos promovieron el
“ministerio de la Catequesis” y dieron normas pastorales precisas sobre su
desarrollo y organización. Véase, por ejemplo, lo prescrito por la Instrucción
Pastoral del Episcopado Venezolano de 1957, Título XVIII, Predicación de la
Divina Palabra, Capítulo III, Catequesis, Nros. 978-991.
[1] Es de tener en
cuenta el pensamiento del evangelista Lucas quien hace ver el valor de la
enseñanza (katejezes) para reconocer la solidez del mensaje de la predicación
cristiana.